miércoles, 5 de agosto de 2009

Fuencaliente, un pueblo fantasma


EFE /

Eldia.es. 4/ago/09 07:40

Tras varios días refugiados en la costa, los vecinos de Fuencaliente vuelven a cuentagotas a sus hogares. Se encuentran un pueblo gris, oscuro, inhóspito y con medio centenar de inmuebles calcinados por las llamas. Toca empezar de nuevo.

M. CHACÓN, Fuencaliente

Es un triste regreso. Volver a casa siempre se ha entendido como la mejor respuesta a un sentimiento nostálgico, pero en los hogares de Fuencaliente no se respira nostalgia sino desesperanza. Poco a poco, los más de 1.500 fuencalenteros refugiados en la costa, en el hotel o en las casetas, regresan a sus casas. La mayoría están habitables, pero muchas calcinadas o seriamente dañadas por un fuego caprichoso que se adentró en el núcleo urbano de Los Canarios o en los barrios de Las Indias, Los Quemados, El Charco... señalando fatídicamente a las propiedades elegidas para saciar su voraz apetito, como si de una ruleta se tratara.

Intentan recuperar una normalidad imposible en el estado en el que ha quedado el pueblo. Muchos huyen de las cámaras de televisión, de los fotógrafos. No es apetecible mostrar el infortunio. Pero son conscientes de que es necesario que las Administraciones conozcan la tragedia vivida aquí, para que no olviden pronto, como ha sucedido en otras ocasiones. Por eso, cuando ven un periodista que reclama su atención, la mayoría aceptan y muestran su dolor más profundo. Lo que ya no tienen.

Fuencaliente es hoy un pueblo fantasma. Lo fue cuando se quedó sólo, casi abandonado y atrapado por el fuego. Defendido por un puñado de hijos valientes. Lo es porque el rastro dejado por las llamas ha teñido al municipio de color negro, oscuro, triste, desolador... todo lo que se puede esperar de un sitio castigado por un incendio que permanecerá imborrable en la historia de la localidad, con huellas evidentes de que un verano, durante la primera década del milenio, el fuego amenazó la vida de sus habitantes.

Un paseo por sus calles es suficiente para comprobar el desolador panorama.

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